Por Gustavo Abad
No tienen hijos pero sí un discurso de abanderados de la familia tradicional. No practican el sexo pero sí aleccionan a los demás cuándo es bueno y cuándo es malo hacerlo. Los jerarcas de la Iglesia Católica en el Ecuador afirman no tener preferencias políticas, pero usan el léxico político para cuestionar el proyecto de nueva Constitución, al que califican de “estatista”. Luego vuelven a su retórica eclesiástica y anuncian una “catequesis” para instruir a los devotos sobre las “incompatibilidades” entre lo redactado en Montecristi y la fe cristiana. Más claro que si se colocaran un NO fosforescente sobre las sotanas.Los prelados insisten en que el proyecto de nueva Constitución promueve el aborto y atenta contra la familia. La mayoría de los medios solo difunden esas afirmaciones sin preguntar ¿en qué parte promueve el aborto? o ¿contra qué tipo de familia atenta? Al parecer, para la cúpula religiosa y para algunos medios no existe otra familia que la de papá, mamá e hijos, en una casita con jardín y un perro junto al sofá.Si tanto se preocupan por la familia, ¿por qué no hacen catequesis contra la programación violenta de la televisión en horario infantil? o ¿por qué no defienden a las adolescentes expulsadas de los colegios cuando están embarazadas? o ¿qué hacen por las familias entre cuyos miembros existen enfermos de sida porque el fundamentalismo religioso prohíbe el uso de preservativos?No parecen haberse enterado de que las leyes son mejores cuando se crean de acuerdo con la evolución de las costumbres y se adaptan a ellas. Los homosexuales agredidos y hasta asesinados en una sociedad machista y homofóbica también tienen familia y no se ha visto a los príncipes de la iglesia iniciar una catequesis contra tanta intolerancia.Oficialmente la campaña por el voto positivo o negativo en el referéndum aprobatorio de la nueva Constitución comienza el 13 de agosto. Mientras tanto, se supone que los actores políticos y los medios de comunicación promoverán el conocimiento, la comprensión y el debate acerca de su contenido. Difícil confiar en ello cuando el poder político, el económico, y ahora el religioso, no pierden oportunidad de promocionar, directa o indirectamente, el voto en uno u otro sentido, y los medios solo actúan de manera reactiva, con lo cual parece que el resultado no se decidirá en el terreno del juego limpio electoral sino en un verdadero campo de batalla en permanente tensión entre lo público y lo privado, un territorio inestable al que los medios llaman de manera eufemística “opinión pública sobre temas sensibles”.La opinión pública no existe, decía Pierre Bourdieu, al referirse a aquello que los medios venden como tal y que no son más que efectos, como cuando los canales hacen encuestas con las que montan el espejismo de que un porcentaje de la población está a favor o en contra de algo, sin importar cómo obtuvieron la respuesta.Uno de los espejismos construidos por los medios en las últimas semanas es sugerir que toda la población católica votará en contra del proyecto de nueva Constitución solo porque los jerarcas la cuestionan. ¿Han consultado sobre el tema a los curas de base que trabajan con familias pobres o a los chicos y chicas que inician su vida sexual?Al leer los 444 artículos propuestos queda claro que la decisión pasa también por temas como el de las bases militares, la comunicación y la información, el trabajo y la seguridad social, los derechos de los consumidores, la justicia indígena, los recursos estratégicos, la organización territorial, la salud y el uso de drogas, y muchos más. No obstante, si revisamos los periódicos y los noticieros de los últimos días, parece que todo se redujera al aborto, la familia, y a lo que digan los voceros de la Iglesia, mezclado con el ruido de aquello que los medios llaman “opinión pública”.
El Telégrafo 03-08-2008
domingo, 17 de agosto de 2008
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